
Aunque nos pueda resultar extraño, el primer símbolo que utilizaron los cristianos para representar a Cristo y para identificarse entre ellos fue el de un pez. En un primer momento, el hecho de que Cristo hubiese sido crucificado era algo vergonzoso. La crucifixión en tiempos romanos era una variante de la pena de muerte que afectaba fundamentalmente a las personas de más bajo rango de la sociedad como lo eran esclavos, ladrones o piratas. Era la forma más deshonrosa de morir y la que procuraba mayor agonía y sufrimiento. Esta pena no se daba ni con los ciudadanos romanos ni con los libres. Por ello parece evidente que la comunidad de cristianos no quisiera usar la cruz como símbolo.
No será hasta el siglo IV, con la cristianización del Imperio Romano, cuando empiece a proliferar la representación de Jesús en la cruz. Es más, hasta esa fecha contamos con escasísimas representaciones del crucificado. Paradójicamente, la Crucifixión del Palatino, la primera conservada y datada en el siglo III, tiene un carácter ominoso y burlesco. Cristo es representado en la cruz con cabeza de burro, mientras un orante, Alexamenos, lo adora. Hay diversas teorías acerca del significado de esta extraña representación, como lo el sincretismo entre Cristo y Anubis, o, incluso, la adoración gnóstica de un Cristo con cabeza de burro, teoría que se sustenta en algunos textos de Tertuliano (uno de los Padres de la Iglesia) que hacen referencia a la adoración por parte de los gnósticos de un dios con cabeza de burro.

No obstante, la representación de la crucifixión de Cristo va a comenzar a popularizarse a partir del siglo V con la expansión del cristianismo en el Imperio Romano. En Roma, en la puerta de la iglesia de Santa Sabina, del año 432, tenemos un relieve en tabla de madera que representa el Gólgota con Cristo y los dos ladrones crucificados. En los años 420-30 se data una tablilla de marfil que representa la crucifixión de Cristo y el suicidio de Judas. Estas son las dos primeras obras de cierta calidad que representan la crucifixión de Cristo, antecedentes para todo el posterior desarrollo de la representación más prolífica de toda la Historia del Arte.
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Pedro Ortega

Soy escritor, conferenciante y gestor cultural y miembro del equipo del Paisaje de la Luz, patrimonio de la UNESCO. También pertenezco al Centro UNESCO Getafe-Madrid. Dirijo la revista académica Herejía y Belleza. Me encanta el lado secreto de la historia y las artes. Soy autor de los libros Crónicas del Madrid secreto, El Tarot de Mantegna y la sabiduría arcana del Renacimiento y Arte y sociedades secretas. Péladan y los salones de la Rosa+Cruz. Actualmente escribo para Penguin Random House. Soy también colaborador de la revista Jot Down. En esta web podrás encontrar todas mis publicaciones, conferencias, noticias, artículos, intervenciones en prensa y radio, y mucho más.