
Una de las piezas más singulares que podemos admirar en la exposición del V centenario de El Bosco que see está celebrando en el Museo del Prado de Madrid es un tríptico del pintor que lleva como título Tabla de santa Wilgefortis, fechado en torno al año 1500. Si os acercáis a mirar la tabla veréis que en ella se representa a una mujer crucificada.
Este lienzo está presumiblemente basado en la historia de una devota princesa cuyo padre la ofreció en matrimonio a un rey pagano. Wilgefortis, antes que caer en pecado, pidió a Dios un milagro y este le correspondió haciéndole crecer la barba. Cuando el futuro marido observó el prodigio se conjuró contra el dios cristiano y dijo que, al igual que Cristo, Wilgefortis sería crucificada. Y así fue.
Si investigamos un poco la historia de Wilgefortis veremos numerosos elementos que nos llevan a su origen en la ciudad italiana de Lucca donde en la Baja Edad Media se veneraba a un Cristo milagroso vestido con un traje largo, tal y como se presentaría en la segunda venida. Los peregrinos de Lucca se volvían a sus tierras de origen con un curioso souvenir: una talla en madera de este cristo con toga larga. El caso es que estas figurillas fueron tomadas no como Cristo sino que se dijo que se trataba de una santa barbada a la que llamaron en Francia y Alemana Wilgefortis (posiblemente una derivación de virgo fortis) y que tuvo otros nombre como Uncumber en Gran Bretaña, Kümmernis en los Países Bajos, Starosta en Polonia y Liberata o Librada en España. Esta historia la podéis leer con todo detalle en Mistérica Ars Secreta Nº3 donde cuento además algunas singularidades sobre el hirsutismo o la presencia de barba en la mujer y cómo este fenómeno fue recogido en algunas obras de arte.
Pero puede que la santa crucificada que representa El Bosco en este tríptico no sea Wilgefortis sino santa Julia. Santa Julia es otra mártir cristiana que muere ajusticiada por otro rey pagano y su leyenda se radica en Sicilia, Livorno y Brescia. De nuevo la santa muere crucificada por un rey pagano con el que no se quiere desposar pero en esta ocasión no media el milagro de la barba sino otro muy distinto: los pechos de la doncella son amputados y de allí nacen dos fuentes.
Si nos fijamos en la Wilgefortis de El Bosco o la barba es prácticamente imperceptible o no tiene barba. Tampoco lleva zapatos de oro (otro atributo de Wilgefortis) y además en un panel lateral hay unos barcos que sí podrían tener relación con la leyenda de santa Julia, cuyo captor llegó por mar.
En la entrevista que realice a Pilar Silva, comisaria de la exposición del Prado, y que podéis ver en la revista Mistérica Ars Secreta Nº7, traté de suscitar el tema pero ella parece estar de acuerdo con la adscripción oficial de Wilgefortis que argumenta mencionando la presencia de la barba, mientras que yo soy de la opinión contraria.
Así que si vais a ver esta exposición antológica, deteneos ante la santa crucificada y miradle a la barbilla a ver si tiene o no barba. Ya me diréis.

Soy escritor, conferenciante y gestor cultural y miembro del equipo del Paisaje de la Luz, patrimonio de la UNESCO. También pertenezco al Centro UNESCO Getafe-Madrid. Dirijo la revista académica Herejía y Belleza. Me encanta el lado secreto de la historia y las artes. Soy autor de los libros Crónicas del Madrid secreto, El Tarot de Mantegna y la sabiduría arcana del Renacimiento y Arte y sociedades secretas. Péladan y los salones de la Rosa+Cruz. Actualmente escribo para Penguin Random House. Soy también colaborador de la revista Jot Down. En esta web podrás encontrar todas mis publicaciones, conferencias, noticias, artículos, intervenciones en prensa y radio, y mucho más.